martes, 6 de julio de 2010

Una de letras....

A Nacho Cembellín, no lo conozco personalmente, en algún canicross seguro que coincidiremos el próximo año, pero desde que leí un post suyo donde corría con su cocker Harpo, no he dejado de leerlo.

Son de esas personas que transmiten mucho escribiendo (no como yo), y aprovechando un post suyo donde me siento identificado, ya que compartimos aficiones, los perros y los triatlones, pues le he pedido permiso para poder publicar su último post y así que muchos lo conozcan.

Por cierto vale la pena entrar a su blog, solo por ver las increíbles fotos que hace....en eso ya me gustaría compartir afición.

Aprovechar también para conocer a Ambar, su Rhodesian, en el blog que tiene dedicado a él.



De verdad creéis que vivimos en libertad......





"Dicen, decimos, que vivimos en la parte del mundo libre. Libre de opresión de caciques o dictadores, libres.

Pero la realidad no es tan prosaica. Vivimos en una sociedad donde todo o casi todo está regulado y por lo tanto prohibido. En Madrid no hay playa, vaya, vaya... pero si varios pantanos. De todos, mi favorito es el de arriba, el embalse de Pinilla situado en el Valle de Lozoya. Pero como en todos los pantanos de la comunidad está prohibido bañarse. Haciendo un ejercicio de responsabilidad cívica es compresible tal restricción, pues si todos los madrileños hiciéramos uso de las aguas acumuladas, quizás su consumo no fuera posible. En la misma ordenanza o ley, norma o lo que sea, también se prohibe usar estas aguas para el uso deportivo, por lo que los triatletas, nadadores de aguas abiertas o piragüistas tampoco pueden desempeñar su afición en ningún pantano de la comunidad. Sin embargo, y aquí existe una contradicción, si se pueden practicar deportes náuticos (sigue prohibido el baño) en alguno de ellos siempre que no se utilice motor y que haya una empresa la cual regule la actividad, es decir, si haces piragüismo sólo lo podrás hacer a través de una empresa que explote los recursos y que por supuesto pague al Canal de Isabel II. Imagino que como siempre, intereses económicos priman sobre ordenanzas, así de simple.


Y claro, ahí entramos en una encrucijada de la que el único culpable es uno mismo porque como entenderéis, dichas normas me las salto y como delincuente me tiro al agua para poder aprovechar las bondades de la época estival y disfrutar del único placer que me da la natación, que es hacerla en aguas abiertas, venciendo el miedo a lo desconocido y al abismo de la profundidad.

Otro asunto curioso y sujeto a estrictas normas, es la tenencia de perros. Si nos leemos la ordenanza municipal de Alcobendas, tener perro es poco más que imposible. Pareciera como si lo que busca la administración no es la protección de quienes no gustan de esta afición sino intentar que nadie en su sano juicio se haga con un compañero canino. Llevar al perro suelto es más caro que conducir a 100 km/h por ciudad, tirar la basura fuera de las áreas destinadas o dar un bofetón al vecino pesado que te hace la vida imposible. Pero es que además, el resto de viandantes se creen con el derecho de increparte si, una vez más, te comportas como delincuente que parece ser ya soy. Es entonces cuando me pregunto si aquellos que se atreven a increparme, siempre sin educación, nunca han cometido ningún delito de los ya descritos. Es decir, que nunca dejan el coche en doble fila, no hacen ruido y molestan, no conducen más rápido de lo debido, pagan todos sus impuestos, en fin, perfectos ciudadanos que yo al menos no conozco.


Durante los doce años que conviví con Harpo nunca le llevé atado y nunca nadie, a excepción de una vez la policía municipal, me llamaron la atención por ello. Pero claro, Harpo era un perro que no pasaba los quince kilos y nadie se sentía intimidado por él. Sin embargo Ámbar no es así, su tamaño impone y por lo tanto una vez más, es el miedo el que ejerce y no la razón. No me deja de maravillar como hay quién desde lejos mira con pavor a un animal que ni siquiera se fija en él. Y como después te miran a ti con desprecio. Y hablo de llevarlo suelto sólo en el bosque porque en la ciudad hace tiempo que asumí que con Ámbar iba a ser imposible.

No obstante no se de que me sorprendo si hasta amistades se pueden mofar o no respetar que unas tu vida a un animal. En fin, sensibilidades hay muchas y todos carecemos o somos insensibles a más de una.


Podría poner mil ejemplos más, el sueldo que te mantiene unido a un mundo del que a veces no sabes si es en el que quieres estar. Normas no escritas para no ser tú, en fin, normas, normas y más normas. Y además en nuestro caso, con coste económico porque al fin y al cabo, esto de vivir en una cultura donde la economía rige todos los principios y la mejor forma de la que el estado, que somos todos, tiene de hacer negocio, es la de cobrar por el no cumplimiento de aquellas normas que puedan molestar a los demás. Y digo bien, molestar. Por que en la mayoría de los casos, nadar a escondidas en un pantano no daña más al agua que los pises de las vacas que pastan a su alrededor. Porque los perros asesinos que salen en la televisión son la excepción que confirma la regla y ésta a su vez, está sujeta a modas televisivas que no muestran el día a día de miles de perros que ayudan más a que otras personas puedan vivir tranquilas o ayudadas. Perros guias, buscadores de drogas o de personas extraviadas. Perros que seguramente hagan más por todos nosotros que nosotros mismos.

En fin gente, que como se que más de uno echaba de menos no ver al colega de arriba, espero disfrutéis de las fotos y paséis por encima de mis divagaciones mentales. Yo seguiré pensando que bañarse en pantanos prohibidos o ver correr libre a mi perro, bien merece el riesgo de ser multado o increpado por el recto de turno, que la libertad a veces bien merece pagarla y que a 50 km de Madrid se pueden vivir puestas de sol que otros buscan a miles de km."

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